El jet lag, también conocido como desfase horario, puede arruinar los primeros días de tu viaje, dejándote agotado, desorientado y con dificultades para dormir. Ocurre cuando nuestro reloj biológico interno no se sincroniza con el nuevo horario, lo que genera síntomas como fatiga, insomnio e incluso problemas digestivos. Sin embargo, ajustar tu cuerpo en solo 48 horas es posible si aplicas las estrategias adecuadas.

Más allá de los consejos tradicionales, la clave está en entender cómo factores como la luz, la melatonina y la alimentación influyen en tu reloj interno. Viajar hacia el este suele ser más complicado porque implica perder horas de sueño, mientras que viajar hacia el oeste es más fácil de asimilar. Pero con las herramientas correctas, puedes reducir el impacto del jet lag y aprovechar al máximo tu viaje desde el primer día.

La melatonina es una hormona natural que regula el sueño y juega un papel clave en la adaptación a nuevos husos horarios. Tomarla en pequeñas dosis (0,5 a 3 mg) unas horas antes de dormir en tu destino puede ayudar a sincronizar tu cuerpo más rápido. Pero no es una solución mágica: su efectividad depende de otros factores, como la exposición a la luz.

Aquí es donde la luz azul entra en juego. La luz solar en la mañana ayuda a producir cortisol, manteniéndote alerta y acelerando la adaptación. En cambio, reducir la exposición a pantallas antes de dormir facilita la producción de melatonina natural. No es un mito: la luz es el principal regulador de tu reloj biológico y manejarla correctamente es esencial para ajustarte al nuevo horario.

Si quieres vencer el jet lag rápidamente, sigue este plan basado en ciencia: